Leucadio Corto había pasado su vida llevando a cabo esfuerzos por adquirir poderes mentales, estudiaba con afán cuanto libro o manual existiera y bajaba información del internet para conocer a fondo las prácticas necesarias que le ayudarían algún día a mover objetos de acuerdo con su desarrollo en la telekinesia, y jamás pudo mover algo ni medio centímetro, sin embargo por tener una naturaleza perseverante estudió yoga, en especial la meditación y la concentración a las que dedicó miles de horas, aunque dicho sea que fracasó en levitar a través de numerosos intentos.
Castigó su cuerpo con ayunos para elevar toda la energía hacia el chakra más superior y jamás pudo despertar la fuerza del kundalini; ésa serpiente de energía que asciende en espiral armonizando el flujo de todas las corrientes corporales que le pudieron haber llevado a la iluminación divina. El estado de suprema conciencia. Una forma de Nirvana similar al que algún día vivieron Ramakrishna y Siddartha Gautama, el mismísimo Buda. Por más renuncias al mundo relativo de la cotideaneidad,
no escapó de las ansiedades y neurosis que puede sufrir cualquier pasajero de un transporte colectivo.
Le tenía que prender la tormenta invernal justo al cruzar el zócalo de la plaza mayor de la ciudad y sin paraguas ni una bolsa de plástico para cubrirse la cabeza. Entre el diluvio y el viento le trajeron la pulmonía y al llegar al viejo hotel del callejón entró en estado delirante que derivó en agonía.
Hace mucho que nadie le visitaba por bicho raro, al grado que existía en situación de ermitaño.
Tirado en el camastro vió como llegaban a él las dos hermanas; Muerte y Soledad. Dientonas sonreían y se aprestaban a llevarle de festín a los gusanos.
Pero fué cuando toda su experiencia de vida se agolpó en la zona del cerebro que produce los grandes planes y las decisiones inmediatas y entrando en un gran momento de epifanía razonó que ya que iba a morir, podía tomar control del subconciente y aplicar a la misma vez la energía de todas sus disciplinas y fusionarla en una sóla que lo lleváse al cometido de reencarnar siendo un angel.
El espasmo final de vida vino en forma de descarga al impulsarse la parte etérea de su naturaleza fuera de su cuerpo con tal fuerza que tronaron sus costillas en una última sensación de dolor y sintió alivio al salir de la fase física. Como se encontraba enfocado en angelizarse sintió que daba inicio su aleteo y se vió rodeado de arcángeles que parecían guiar el destino de su nueva capacidad volátil. El más luminoso de éstos, pudiendo asumir que era el líder le sonrió y señaló una habitación preciosa que contenía una mesa que le ofrecía un banquete, del cual fué capaz de percibir la delicia aromática de una sopa humeante. El proceso mutante recién vivido por Leucadio le infundió tremendo apetito por comer y dando en su aleteo un suave descenso hacia el platón de sopa sorbió el verdurado
líquido degustando su exelencia culinaria solo para escuchar un estruendoso grito que se quejaba de una mosca que se comía la sopa. ¿Mosca?,pensó, bueno, por algo se empieza.
ENGLISH VERSION.
Lester Short had spent his whole life going through efforts to achieve all sorts of mental powers.
Constantly downloading information on the subject of strengthening the spirit and the mind. Through the years he failed at telekinetic efforts by never moving any object for a fraction of an inch, no matter how much he focused on it; likewise in other disciplines not achieving levitation, and wasting his years away at yogi practices that meant spending thousands of man hours in meditation strived to awaken the kundalini energy and causing it's serpent like configuration to spiral in an upward jolt of body electricity that would awaken everyone of his chakras for the attainment of a state of enlighment called the supreme illumination, a sort of nirvanic experience that had been reached by the likes of Ramakrishna and Siddartha Gautama, the Buddha himself.
The failure to reach these goals had become a permanent source of frustration to Lester, adding the fact that dedicating such a large amount of his time to these endeavours had impoverished him to the point of having to move into a room at a run down hotel in a downtown ghetto area. As a result hardly anyone ever visited him both for fear of getting mugged and because they perceived him as a weirdo deriving into near madness. He was practically an urban hermit.
Notwithstanding any efforts applied to his improvement in the mystic field he never went beyond suffering the toils and anxiety shared with the rest of everyday passengers that used the city transportation bus and metro systems.
So on that fateful day he finds himself getting off the bus in drenching rain and having to cross the city square without an umbrella or even a plastic bag to cover his head. By the time he arrived at his room his health had derived into a condition of delirious fever and pneumonia caused by exposure to the wind and the storm.
Lying there in the bed he saw them arrive. They were the inseparable sisters Death and Loneliness who had come to take him away and deliver him as fodder to the worms.
But at this very moment he saw the light of epiphany. It brought him to rejoin all his practices from the past into the one single attempt to focus it all into the process of reincarnating into an angel or go for broke.
The final spasm as he lost his life was so intense it cracked his ribs in a loud popping sound that he heard within his last consciousness of pain. He was now lighter in weight and found himself flapping wings in flight in the company of angels, and there was one , more luminous than the rest who appeared to be the leader and smiled at Lester and signaled him to keep on flying and directed him into a beautiful room that had a table served with a banquet. The smell of vegetable soup stood out and he felt hungry and proceeded to land next to the steaming bowl and began slurping with delight; only to hear a voice that yelled out something about a fly eating the soup. A fly, he thought, well at least that's getting to a start.
Saturday, March 22, 2014
ALAS.© Carlos de la Parra. versión ESPAÑOL---ENGLISH version scroll down to read and comment.
Labels:
COMETIDOS,
COMMITMENT,
DESTINY,
DIRECCIÓN.DESTINOS,
DIRECTION,
FORMATOS.,
REFORMATING
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
sintonia fina tal vez fue lo que le faltó, de todos modos millones de moscas no pueden equivocarse y quien sabe, yo las veo restregarse las manos sobre el mantel y pienso que saben cosas y que están satisfechas por algo,
ReplyDeletebuen relato,
me gusta el budismo y me gusta que te hayas extendido
Garriga gracias por comprender la situación evolutiva del espacio tiempo entre moscas y ángeles.
ReplyDeleteConcuerdo en el pensamiento de que las moscas no la pasan tan mal. Vuelan, que ya es algo.
Ciertas historias piden alargarse, éstas que se comparan a un viaje en el que no es tan importante el punto de llegada como el espacio transcurrido.
Quizás ésta sea una mirada para apreciar más nuestras vidas, no inmolándolas del todo a metas y logros. El logrismo por sí solo puede resultar un espejismo.
No siempre obtenemos los resultados esperados en nuestra insistencia por alcanzar alguna meta, pero mientras seamos consistentes, algo lograremos. Un relato muy serio que cierra con ese toque divertido al que nos tiene acostumbrado. Me gusta.
ReplyDeleteSaludos.
Gracias Beto por tu magnífica observación.
ReplyDeleteTodo cuesta un esfuerzo, la vida nos da mucho y hay que pagar el boleto. Aunque no todo mundo piensa igual. Por algo se dice que si los huevones volaran no se vería el sol.
¡Jajaja! Muy bueno, Carlos, me sacaste varias sonrisas con ese final, completamente inesperado.
ReplyDelete¡Saludos!
Excelente micro, Carlos. Divertido, inteligente, irónico y de una genialidad para aplaudir.
ReplyDeleteNotable.
Saludos.
Juan, solo puedo decirte que más inesperado será el propio final nuestro. Yo mejor me río. Y éso que ya estoy en el conteo regresivo.
ReplyDeleteRaúl, que bueno que te gustó.
Es solamente el intento mío de pagar un poco del boleto de tanto que nos va dando la vida.